danelagirre

ESTAMOS DE OBRAS UNA VEZ MÁS PRONTO ESTO VOLVERÁ A SER LO QUE ERA.

14.6.05

Vivan las lentillas

Felisuco se ha puesto gafas de pasta. Y sí López, ha pasado lo que tenía que pasar. Como por arte de magia han empezado a brotar las ideas debajo de su brillante cráneo, y lo primero que se le ha ocurrido es la solución al problema vasco. Subvencionar a los parados españoles para que se muden a Euskadi y así los nacionalistas pierdan las elecciones. El espacio para que nos muestre sus revelaciones se lo han cedido en un gratuito llamado 'Gente Santander'.



El Plan Ibarretxe

Félix Álvarez 'Felisuco'

Creo que el Plan Ibarretxe es la culminación a años de inquina contra la historia de España. Es el fin último a los sermones que desde los púlpitos de principio de del siglo XX se inventan, y lo digo con contundencia, se inventan ciertos curas vascos, más preocupados en repartir hostias que en escuchar a los lugareños en sus confesiones. Es la meta que los nacionalistas quieren cruzar una vez adiestrados a sus cachorros en el noble arte de ladrar, en vez de a la luna, a la silueta de la piel de toro. Ha sido un trabajo silencioso, concienzudo y amparado por una constitución generosa que no ha dejado de ceder a las pretensiones de los nacionalistas. Pero ¿por qué los cambios que se producen en Euskadi son en la misma dirección que señala el dedo de los nacionalistas? ¿Se vería con buenos ojos un cambio democrático, aunque sólo fuese uno, en la dirección contraria?

Pero sin entrar a analizar la historia del nacionalismo vasco, historia reciente, por cierto, la pregunta con la que más me interrogo acerca del Plan del señor Spock (uno de los tripulantes del Enterprise, de la serie Star Trek, y que guarda un asombroso parecido con el señor Ibarretxe) es quién tiene derecho a votar en el supuesto referéndum sobre la libre adhesión de Euskadi al estado español ¿Podrán votar aquellos que se encuentren en el censo electoral de pueblo vasco, aunque algunos de ellos hayan nacido en Murcia, o en cualquier provincia de Andalucía, o extremeños, o en otra autonomía de este país, a pesar de no tener ningún vínculo con sangre vasca, y que por ende del flujo migratorio de la posguerra más negra de este país acabaron echando raíces en el País Vasco? ¿O los hijos de estos emigrantes de interior que, si bien nacieron por este parte del norte de la península ibérica, no tienen ninguna tradición de euskaldunes? ¿Podrán votar los vascos que por el mismo motivo que los anteriores se marcharon a buscarse la vida fuera de Euskadi en cualquier pueblo del mundo? ¿Y los hijos de estos cuyos vínculos sanguíneos se remontan a tatarabuelos nacidos en Ordicia, o en Lekeitio, o vaya usted a saber en que pueblo de la nación vasca, pero que por las causas y los azares nacieron a la sombra de la emigración de sus padres fuera de los límites de las cuatro provincias vascas? ¿Tiene derecho a elegir sobre el futuro de la cuna de sus padres y sus abuelos? ¿Y los exiliados vascos que huyeron artos de sentir el cañón de la pistola en las nucas de sus cabezas? ¿Y los hijos de estos? ¿Tendrán derecho a votar en unos comicios democráticos aquellos que, de una manera u otra, tienen las manos o su conciencia fundamentalista manchada de sangre?

Estoy pensando, les juro que a mala leche, que los partidos llamados constitucionalistas podrían mandar doscientos mil o trescientos mil parados a vivir a cualquier punto de País Vasco con el único objetivo de entrar a formar parte del censo electoral y, de esa manera, equilibrar la salida de tantos vascos de buena fe (y no tan buena, pero vascos a fin de cuentas y con todos sus derechos intactos (por la constitución que nos parió) que abandonaron sus casas para regocijo de otros vascos incapaces de entender que, para algunos (entre los que me incluyo) la patria es el patio donde mis hijos juegan y crecen con otros niños de otros patios, y que hay que trabajar para suprimir las vallas de todos los patios, sin por ello perder el paisaje, el olor, el sonido, la textura, y el sabor de cada patio.

Alzo mi copa por el sentido común y la solidaridad.

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